En esta segunda entrega de la semblanza de don Amancio Vespertino y de sus antologados, este licenciado quiere hacer mención y desarrollo de una segunda antología, la de aquellos que tuvieron la desgracia de ser proscritos incluso de don Amancio, aquellos que por hache o por be en unas ocasiones, o por desprecio o inquina en otras, don Amancio ocultó al conocimiento general. E incluso al privado, pues ni doña Amalia tuvo noticias de esta ralea de escritores malditos, expulsados por su marido de la cata de las mieles de la gloria literaria y de las múltiples ventajas que la aparición en un florilegio como el de nuestro valedor hubiera podido reportarles. Como quiera que don Amancio no quebraba papel ni repudiaba archivos, he podido descubrir en el doble fondo de una de sus librerías, y en ausencia de doña Amalia, por supuesto, una relación de malautores, según reza en el lomo del primer archivador, y algunas muestras de sus obras.
Comenzaré por presentarles esta tarde a Luís Seoane, pintor de brocha gorda en Sangonera
El caso es que Luís Seoane, autor de unos panegíricos del Teniente Flomesta, y primer novio de doña Amalia, a la que dedicó un libreto titulado 26 poemas de amor truncado, no dejó de cortejar y pretender, de hacer y deshacer el amor a doña Amalia, incluso certificado ya el compromiso de esta con don Amancio. Y esto don Amancio, más allá de las justas literarias, no lo perdonó jamás. Tanto así, que durante los primeros meses de matrimonio no se abandonó a la coyunda marital y la consumación del sacramento, por temor de cargar con un vástago con más cara de Seoane que de Vespertino, al que el rostro reclamara a llanto en grito llamarlo Luís. De resultas: olvídese don Luís, se dijo don Amancio, del triunfo y la gloria, pero olvídese más de mi Amalia y que mi Amalia más lo olvide.
No era mal escritor Luís Seoane, mejor en la amatoria, a pesar de cierta tendencia al ripio y a unos finales un tanto abruptos, cuando no fuera de tono, que en la encomiástica, según la poca obra que por obra de don Amancio nos resta. De la amatoria les doy muestra, para que valoren ustedes el resquemor de don Amancio y los sentires de don Luís, cual si de
No así, Amalia, mi amor,
no así el azar lo dispuso
que fuera nuestro amor
amor al uso, mas amor
con sinsabores.
No más, Amalia, amor,
no más caído fui nunca
que en esta penumbra brusca
de encontrarme sin tu amor
y sin pasiones.
Fue en tu vientre el sabor,
fue en tus nieves mi vida,
fue en este amor a escondidas,
fue en tus besos fugaces,
fue en tus labios mi herida.
Y mañana ya no sé
si amarás Amalia la vida
si desearás Amalia los gritos
si buscarás Amalia el amor
que en tu piel de mí prendía
Porque ahora que te vas,
ahora que ya lo has dicho,
yo sé que no tendrás
tanto amor como conmigo,
tanto placer con ese bicho.
He dicho.
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